Un café oscuro como el alma.
La poesía, mi refugio, la cueva
en este mundo que se vuelve áspero,
la música en los decibelios mas altos y las grafías jugando entre sí,
soy oportuno, ermitaño enclaustrado en mi caverna cibernética,
jugando a ser juez, jurista y sospechoso del mismo crimen; nacer.
Algunas veces pienso en
salir a buscarte, pero me vence el temor,
se que te reconocería al verte, pero tú no podrías distinguir quién soy,
y quizás seamos los dos misántropos en el
infante y calmoso universo,
los únicos protagonistas, las afamadas runas siderales que se derrochan.
Me inquieto y eso le molesta a numerosas vidas que quieren verme caer,yo sigo con historias de musas y gaviotas, cuentos donde el cine es perfecto,
los guantes largos de Audrey Hepburn y la mirada rencorosa de James Dean,
la pena oscura que emana Magioranni al final de la obra cumbre de De Sica.
Amo las arañas, los cigarros y el alcohol, la resaca que me lleva a la locura,
la locura que me lleva a la inspiración y el fin del amor que me obliga a
escribir,
y escribo lo que duele dentro de una botella, y si es bello lo que se perdió,
se gano el recuerdo de una vida afuera de esta trinchera de teclado y monitor.
Un café oscuro como el alma.
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