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domingo, 29 de abril de 2012

Un café oscuro como el alma.

La poesía, mi refugio, la cueva en este mundo que se vuelve áspero, la música en los decibelios mas altos y las grafías jugando entre sí,
soy oportuno, ermitaño enclaustrado en mi caverna cibernética, jugando a ser juez, jurista y sospechoso del mismo crimen; nacer.


Algunas veces pienso en salir a buscarte, pero me vence el temor,
se que te reconocería al verte, pero tú no podrías distinguir quién soy,
y quizás seamos los dos misántropos  en el infante y calmoso universo,
los únicos protagonistas, las afamadas runas siderales que se derrochan.


Me inquieto y eso le molesta a numerosas vidas que quieren verme caer,
yo sigo con historias de musas y gaviotas, cuentos donde el cine es perfecto, los guantes largos de Audrey Hepburn y la mirada rencorosa de James Dean, la pena oscura que emana Magioranni al final de la obra cumbre de De Sica.


Amo las arañas, los cigarros y el alcohol, la resaca que me lleva a la locura,
la locura que me lleva a la inspiración y el fin del amor que me obliga a escribir, y escribo lo que duele dentro de una botella, y si es bello lo que se perdió,
se gano el recuerdo de una vida afuera de esta trinchera de teclado y monitor.


Un café oscuro como el alma.  

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